PRINCIPIO DE ENTROPIA de Sergi DE DIEGO MAS. Presentación en Barcelona. Eolas ediciones 2025.


                                          
                                            (Foto de archivo de E. Gorostiaga) con Sergio de Diego Mas


 Sergi de Diego, en condiciones normales, no siempre consigue despegar del suelo. Cuando coge peso, su poesía alcanza corrientes cálidas de aire y sólo entonces levita sobre nosotros. Cuando escribe, consigue algo tan paradójico como mirar por un telescopio y a la vez por un microscopio; consigue así que la realidad que describe resulte de esa superobservación y esa superobservación se va apoderando del lector de forma más nítida cuando más se acerca, de forma más nítida cuando más se aleja. Paradójicamente, ocurre que rodea el conocimiento de una oscuridad de pocilga en la que vemos profundas sombras y destellos de eternidad. En esa eternidad, formas geométricas de la naturaleza, anomalías que terminan siendo tumores.

            La poesía de Sergi no es la poesía vertical de Roberto Juárroz, pero entre las palabras hay creaciones, cepas, diálogos de silencio, enormes y mansos rebaños de silencio, pastoreados por su correspondiente perro; a veces ese perro se llama Sebald, otras Piglia. Es el propio Sergi de Diego que deja paso a las emociones clarividentes de Maite Agudo, Eduardo Moga, San Juan de la Cruz (buen perro San Juan de la Cruz) o el mismísimo Vila Matas (buen perro Vila Matas).

            Este libro es un libro bien decorado con todas esas medallas que conforman un mundo de poetas, libros, citas, breves pensamientos que van calentando el suelo por el que entra el lector, su silencio y su ruido. Para cada lector, una música, las de William Basinsky, Pauline Oliveros, Stuart Dempster y Panaiotis, que seguramente no todos sus lectores conocen; de hecho, este lector que escribe tiene que escucharlas por primera vez hasta que las mismas pasan a formar parte de su propia culebra vital, la dosis exacta de veneno que sirve para vivir, –dice– «el Mediterráneo y nuestra piel». Todo el poemario sirve, en su dosis adecuada. Para vivir dice: «A través de la ventana escucho vuestros horizontes», –dice– «Mi desnudo es asfixia». Sergi de Diego escribe: «La respiración y el silencio se solapan, se confunden en el veneno.»

            Este libro comienza por los detalles, el punto insignificante, un orden de derrotas, y me pregunto, os pregunto, le pregunto al autor: «¿Quién habla en esta transparencia?», y no sois vosotros los que me contestáis, no espero vuestra respuesta porque el que contesta es el que formula la pregunta; Antonio Gamoneda: «Sólo es legible el libro de lo incierto». Buen pastor es Antonio Gamoneda. 

            Llueve, luego existo.

 



 

(“Principio de entropía”, fue semifinalista del LV Premio de Poesía Hermanos Argensola)

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